Isabella, Mendoza Argentina


Isabella, esta es mi foto favorita.
En ella se refleja tu hermosura, tu inocencia… cuando aún esa enfermedad te permitía ver el mundo y regalarnos una sonrisa. Me quedé con tantas ganas, hija, ganas de escuchar tu voz por primera vez, de verte correr con los brazos abiertos, de saber qué se siente llevar a una princesa de la mano.
Me quedé con tantas ilusiones… de verte crecer, de que te quedaras conmigo. Y un día, Dios te llevó.
Yo no entendía. Le reclamé con el alma rota.
¿Por qué vos? ¿Por qué tan pronto? Con el tiempo comprendí que un ángel tan bello, tan puro, no podía quedarse en un mundo tan herido, tan injusto.
Y aunque el dolor sigue ahí, quemándome por dentro, también está el orgullo de haber sido tu mamá. Eso me llena el corazón.
Aunque fue poco tiempo, fue un amor eterno, no voy a mentir: duele el alma pero vos, en tu breve paso por esta tierra, me enseñaste más que una vida entera. Me hablaste sin palabras, de fuerza, de lucha, de amor verdadero me enseñaste que lo material no tiene valor frente a un corazón humilde, frente a un abrazo, a una mirada, a una presencia. Tengo esta foto conmigo, sí pero tu amor… tu amor lo llevo adentro, latiendo con cada paso que doy.
Es ese amor el que me impulsa a seguir, a trabajar en mi cambio, a crecer desde el dolor.

Espero, algún día, poder reencontrarme con vos y pasar una eternidad juntas, caminar de la mano, escuchar tu risa, tu voz, sentir que nunca más nos vamos a separar.

Te amo, mi pequeña Isabella.
Te extraño cada día.
Y sigo, por vos…. Mama

Publicado en Historias.